El itinerario comienza en el pueblo de A Revoqueira, a tres kilómetros de San Martín.
Esta localidad se caracteriza por una arquitectura popular bien conservada y una suave orografía con verdes prados, en los que pastan numerosas vacas con sus crías. Poco después encontraremos el bosque autóctono (robles, castaños y abedules) que nos acompaña hasta llegar a Mon. Aquí el caminante quedará asombrado por la majestuosidad del Palacio de Mon, ejemplo de arquitectura barroca y señorial de la comarca. Continuamos la andadura por un camino de carro delimitado por muros de piedra y «chantos» (lajas de pizarra hincadas) adornados con musgos y helechos hasta llegar a la capilla de Santa Marina, lugar en el que merece la pena pararse y asomarse al valle del río Ahío en cuyo fondo luce el Mazo de Mon. Continuamos el descenso hasta el mazo atravesando un frondoso y centenario castañal salpicado de «corripas» (construcciones circulares de piedra para guardar castañas), hasta llegar al escondido mazo de Mon. En este privilegiado espacio natural encontramos los restos del Mazo, junto a la antigua acequia, aún hoy perfectamente conservada. En este punto y antes de iniciar el camino de vuelta, por el mismo sendero, debemos pararnos a tomar aliento y disfrutar del río Ahío y del ecosistema que lo rodea, caracterizado por bosque de ribera en el que bañan sus raíces alisos, fresnos y sauces. A mitad de subida nos desviamos a mano izquierda hasta Ventosa para regresar a Revoqueira.
Se trata de un recorrido circular, de unos 7,5 km que se inicia y finaliza en la villa de San Martín de Oscos. Iniciamos la ruta al lado de la oficina de turismo subiendo hasta A Bouza, donde contemplaremos una vista excepcional de la villa.
Iniciamos el paseo en la antigua estación de San Tirso de Abres, hoy rehabilitada para vivienda privada, encontrándonos el primero de los seis túneles a escasos 300 m, continuando al lado del río Eo disfrutando en cada momento de estupendas panorámicas del cauce fluvial, de incalculable valor ecológico y piscícola, en el que abundan gran número de especies acuáticas siendo las más características la trucha, la lamprea y el salmón. Posteriormente el camino atraviesa la carretera general N-640 y nos conduce hasta una antigua central eléctrica construida en 1932 situada justo antes de atravesar otro de los túneles horadados en la roca viva, que nos deja próximos a la pasarela peatonal sobre el río Eo.
La ruta comienza en el área recreativa de Pumares; cruzamos la carretera y nos dirigimos paralelos al río hasta Pumares, pueblo de antigua actividad ferreira, en el que todavía podemos observar los restos de un antiguo mazo. Desde aquí, por una senda señalizada, y dejando el río Agüeira a nuestra izquierda continuamos un ligero ascenso adentrándonos en un bosque legendario caracterizado por especies de ribera (alisos, fresnos, sauces, y avellanos) y por robles y castaños que con sus caprichosas formas son verdaderos monumentos.
Comenzamos la ruta en San Martín de Oscos donde podemos ver la Iglesia parroquial, con planta de cruz latina, amplio espacio porticado e inscripción de 1828. A la derecha de la fachada observamos uno de los hórreos más característicos de los Oscos con cubierta mixta (pizarra y paja), que corresponde a los modelos primitivos. Frente a la Iglesia tenemos la casona de los Guzmanes, antigua casa señorial del s. XVIII, que conserva en el pórtico de su entrada principal un escudo labrado en piedra. Cruzamos el puente que atraviesa el río San Martín para iniciar el ascenso al monte Marón, adentrándonos en un pequeño bosque de abedules y robles, que hacen aún más agradable nuestro paseo.
En el Teixo y justamente detrás del albergue arranca la pista forestal por la que se inicia el paseo hacia el Alto de Ouroso. El camino es ancho y transitable por vehículos todo terreno, por lo que no hay apenas posibilidad de pérdida. La ruta discurre cómodamente entre amplios pastizales, brezales y pinares de repoblación para así alcanzar un rellano sobre el que existe una pequeña laguna donde a media mañana son muchos los caballos que se acercan a este punto para abrevar y refrescarse a la sombra de los pinos. Los animales pastan en estado semisalvaje y requieren escasas atenciones por parte de sus dueños, por lo que la cabaña caballar se ha incrementado notablemente en los últimos años.
La senda se inicia a la entrada del pueblo, donde encontraremos un lugar adecuado para dejar el coche. A los pocos metros nos encontraremos con un panel informativo que nos dará una idea general del itinerario.
Con su arena dorada y aguas limpias, ofrecen un entorno tranquilo y pintoresco, ideal para relajarse y disfrutar del sol. La playa de Penarronda, en particular, destaca por sus amplios espacios y sus impresionantes formaciones rocosas que emergen al bajar la marea. Estas playas invitan a pasear por sus alrededores y disfrutar de sus vistas espectaculares.
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