Por otra parte, el agua se entiende como materia prima, bien corriente o bien almacenada en acuíferos de los que se extrae con fines de consumo directo o para regadío de tierras de labranza.
Los ingenios hidráulicos que se presentan en la Casa del Agua, no guardan una necesaria vinculación con el espacio geográfico asturiano. El argumento expositivo pretende acercar a los visitantes de la instalación a los orígenes históricos y geográficos de estos ingenios y estimular una reflexión acerca de vías de difusión, y por tanto del contacto entre culturas y civilizaciones.
La exposición de la Casa del Agua se organiza en dos secciones dedicadas al agua como fuerza motriz y al agua como materia prima. Molinos hidráulicos de rueda vertical u horizontal, sierras, fábricas de luz, pozos de extracción de agua, norias para regadío… hasta el uso del agua para medir el tiempo con los relojes que ya utilizaban los antiguos egipcios o los construídos en el siglo XVII con mecanismos más complejos y más exactos.
El hueco central de la Casa del Agua está ocupado por un ingenio a escala natural que se concibe como una máquina de movimiento continuo formada por ingenios motores y elevadores más simples. Se consigue de este modo explicar los dos tipos de ingenios hidráulicos fundamentales, los motores y los elevadores, en circuito cerrado de agua que circula constantemente.
Hay pues dos unidades temáticas enlazadas por el elemento fundamental y común: el agua.
La casa donde nació Antonio Raimundo Ibáñez, Marqués de Sargadelos (1749-1809) es actualmente un espacio expositivo dedicado a la vida y la obra de este comerciante, industrial e ilustrado, que a fines del siglo XVIII construyó en Sargadelos (Cervo, Lugo) una de las primeras fábricas de fundición de hierro colado y de loza de España.
El Mazo de Mazonovo se encuentra a unos 3 Km. de Santa Eulalia. Se trata de un mazo del siglo XVII activo en el siglo XXI. Este conjunto se halla restaurado y rehabilitado en su integridad para la comprensión de la industria del hierro. El edificio del mazo destaca por encontrarse en un estado en el que no ha sufrido grandes modificaciones con el paso del tiempo. En él podras forjar tu propio clavo y llevártelo de recuerdo.
Los castros son núcleos de población de carácter eminentemente estratégico y defensivo. Se dan en todo el Noroeste peninsular (cultura castreña). Estos poblados surgen, en la transición de la Edad de Bronce a la Edad de Hierro, llegando a alcanzar su máximo apogeo durante la Segunda Edad de Hierro.
Quedan vestigios en la comarca de los Oscos que nos cuentan que la minería fue una actividad que se desarrolló en la zona desde tiempos prehistóricos. Antes de la conquista de los romanos, los pobladores de esta región ya buscaban pepitas de oro en los placeres de los ríos. Pero fue tras la llegada de éstos cuando se potenció esta industria. En la época Flavia, a principios del siglo I d.C., se vivió una primera edad de oro. Los castros resurgían como consecuencia de las explotaciones y el paisaje se vio salpicado de pequeñas industrias de las que aún quedan restos como: forjas, hornos de función y muestras de la tecnología que se empleó para la explotación del yacimiento.