
El conjunto consta de cinco edificios que albergan los distintos espacios de una casa tradicional: la vivienda con el pasillo de entrada, la cocina, la sala, los cuartos, el desván y la bodega del horno; y el resto de espacios destinados al desarrollo de la actividad campesina: cuadras, pajar, cabanón, telar, carpintería, gallinero, bodega del vino, leñero y patatero.
En las fincas próximas a la casa también se puede disfrutar de la presencia de animales propios de una casería asturiana: gallinas, caballo, vacas,…
Visitas guiadas verano 2025:
De miércoles a domingo a las 12:30 horas y a las 17:30 horas.
Imprescindible concertar cita previa con el personal de la oficina de turismo (abierta de 10:00 a 14:00 horas y de 16:00 18:30 horas todos los días excepto lunes y martes – teléfono: 615375701)
Adultos y mayores de 10 años:
2,00 €
Niños menores de 10 años:
gratis
El caserío Viduedo es una ganadería ecológica certificada situada en la aldea de As Poceiras, donde los animales se crían en contacto directo con el entorno, alimentándose todo el año de praderas naturales, lo que es garantía de salud y calidad.
La casa donde nació Antonio Raimundo Ibáñez, Marqués de Sargadelos (1749-1809) es actualmente un espacio expositivo dedicado a la vida y la obra de este comerciante, industrial e ilustrado, que a fines del siglo XVIII construyó en Sargadelos (Cervo, Lugo) una de las primeras fábricas de fundición de hierro colado y de loza de España.
Os Teixóis constituye uno de los conjuntos etnográficos de mayor interés de Asturias, donde podemos encontrar diversos ingenios hidráulicos recuperados y a disposición de todo aquel que desee visitarlos.
Quedan vestigios en la comarca de los Oscos que nos cuentan que la minería fue una actividad que se desarrolló en la zona desde tiempos prehistóricos. Antes de la conquista de los romanos, los pobladores de esta región ya buscaban pepitas de oro en los placeres de los ríos. Pero fue tras la llegada de éstos cuando se potenció esta industria. En la época Flavia, a principios del siglo I d.C., se vivió una primera edad de oro. Los castros resurgían como consecuencia de las explotaciones y el paisaje se vio salpicado de pequeñas industrias de las que aún quedan restos como: forjas, hornos de función y muestras de la tecnología que se empleó para la explotación del yacimiento.