La ruta se inicia en San Cristobal, lugar en el que encontramos numerosas muestras de arquitectura popular en estado puro percibiendo la sensación de haber retrocedido varios siglos en el tiempo. Desde su capilla vemos el valle de Río Ahío cubierto de un hermoso manto de bosque autóctono que nos deslumbra son su colorido típico.
Iniciamos nuestro recorrido hacia Mourelle adentrándonos en un espectacular bosque de castaños, robles y madroños, encontrándonos ejemplares de todas la edades y formas, acompañados de numerosas corripas (construcciones circulares de piedra de pequeña altura en las que se almacenaban los erizos de los castaños).
Pasado Mourelle ascendemos hasta el pico de Balongo, auténtico mirador natural, en el que merece la pena pararse a contemplar el paisaje y o a reponer fuerzas.
Prosiguiendo el camino y una vez pasado el Brusquete, nos adentramos nuevamente en un grandioso túnel natural formado por las copas de los arboles que nos hacen sentirnos en un escenario de cuento en el que animales y plantas viven libremente.
Tras un fuerte descenso cruzamos el Río Ahío que lleva incansablemente las aguas de la Sierra de la Bobia hasta el Rio Agüeira, manteniendo a su paso un importante ecosistema de ribera en el que podemos encontrar gran variedad de especies.
A media ladera y en ligero ascenso llegaremos hasta San Cristobal, punto de inicio y final de la ruta.
La ruta arranca en una curva situada entre el puente y la aldea de Sualleiro, justo al lado de los apartamentos que llevan ese mismo nombre. Inaugurada en agosto de 2020, se presenta bien cuidada y correctamente señalizada con flechas pintadas en árboles y piedras.
La ruta se inicia en el núcleo de Vegadeo en la zona conocida como el Fondrigo, situada en la salida hacia Galicia. Desde aquí iniciamos el ascenso a Miou, donde encontraremos un cruce en el que la senda se bifurca pudiendo ir por cualquiera de los dos lados, ya que desde éste punto el recorrido es circular.
El itinerario comienza al lado de la capilla de Salgueiras, situado en la AS-27 a 6 Kilómetros de Villanueva. Durante todo el recorrido debemos observar el entorno que nos rodea: las casas, sus construcciones anejas, las huertas, los prados, los aperos de labranza, los bosques, para lograr entender la forma de vida de los vecinos de la zona.
La ruta está formada por dos tramos circulares con inicio y final en el propio núcleo de Villanueva. El de mayor longitud, de unos 12 km, coincide en parte con la ruta de los bosques.
Este proyecto pionero e inédito, pretende impulsar y enriquecer Los Oscos a través de la vertebración artística, ofreciendo una conexión entre artistas, visitantes, naturaleza y tradición. Resaltando la belleza, cultura y tradición de los Oscos. Para ello se ha elegido una ruta circular de 10 Km. Dicha ruta comienza y termina en Santa Eulalia de Oscos.
El recorrido, de pocos kilómetros y gran accesibilidad, atraviesa bosques caducifolios —con robles, castaños, abedules y avellanos— y asciende hasta una zona de monte bajo, desde donde se descubren amplias panorámicas del valle del río Agüeira.
Con su arena dorada y aguas limpias, ofrecen un entorno tranquilo y pintoresco, ideal para relajarse y disfrutar del sol. La playa de Penarronda, en particular, destaca por sus amplios espacios y sus impresionantes formaciones rocosas que emergen al bajar la marea. Estas playas invitan a pasear por sus alrededores y disfrutar de sus vistas espectaculares.
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